miércoles, 31 de marzo de 2010

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lunes, 29 de marzo de 2010

La infancia de la Posguerra














Que diferencia a la de hoy. Sin juguetes, sin caprichos, sin nada.Yo nunca tuve una muñeca , si acaso aquellas que hacíamos de trapos viejos. Lo mismo ocurría con las pelotas que las elaborábamos de relates, y cuando conseguíamos alguna de goma era una como una fiestas, una maravilla.
Los juegos eran de lo mas sencillo, nada de maquinitas, la rayuela, la Tangana, el escondite, la pita ciega llenaban nuestras horas libres, y a pesar de su sencillez nos divertíamos mucho, éramos FELICES, y llenabamos el pueblo de risas y alegría.Mi juego preferido era andar a los ñeros, me encantaba quitarles los huevos para vaciarlos con una aguja, y después con un hilo pasándolo por dentro obteníamos un precioso collar, y competiamos a ver quien lo hacia mas grande. Los había de todos los tamaños y colores y sabias a que pájajo pertenecían por su caracteristicas, Ruiseñor, Jilguero, gorrión pardo, Gorrión pinto, Miruella tordo malvís, Torda ronquiella, Ceric, Ritana, Peñerinas, Cuestiza , Cristo fué, Carpiteros, Gahos, Cuervos, y hasta Palomas. Lo teníamos todo muy controlado, éramos unos grandes observadores de la naturaleza, en primavera cuando veíamos un pajarito cogiendo alguna hierba, lo vigilábamos hasta que le descubríamos el nido, no era difícil.

Sin embargo y pese a lo que puedan pensar los niños de ahora, no gozábamos de todo el tiempo que quisiéramos para jugar, porque en cuanto teníamos uso de razón, debíamos trabajar en algo, en lo que fuese, nada de vaguear. Ir a las ovejas, a las cabras, al a fuente a buscar el agua, al molino llevando el burro de ramal con la molienda era lo mas común. La escuela para los privilegiados, al menos ir todos los días, o durante varias años seguidos, yo solo fui hasta los 10 ya que en mi pueblo no la había y teníamos que desplazarnos a otro. Todo jugaba en nuestra contra. Tampoco contábamos con carretera ni luz, se alumbraba con carburo o gas, y las veladas también acompañaban unas nuestras noches; las cuales, aunque fueran a media luz, las recuerdo de lo mas agradable. En aquella época cualquier tipo de encuentro degeneraba en fiesta, es decir, cualquier acontecimiento que requiriera de un grupo de gente, familia o vecinos, servia para que después de la faena se celebrara con baile y comida. Uno de esos grandes momentos lo generaba las escabulles. Los rapaces, como jóvenes que éramos cargados de energía apurríamos la panoya al enrrestrador y al final había garulla, manzanas cocidas o crudas, peras y otras cosas buenas buenas. También nos reuníamos para esvillar las avellanas y bailarlas, o escarmenar la lana de las ovejas, después cardarla, hilarla y torcerla, para después tejer los calcetines y los jerséis que luego vestiríamos. Eso con una parte de la producción, ya que la otra era utilizada para hacer telar, la negra para los escarpines y la blanca para mantas para la cama. Con los escarpines teníamos los pies muy calientes, había que usarlos con madreñes, que por cierto eran muy pesadas pues había que herrarlas o también con coricias. Que ligera caminaba yo con las coricias que me hacia mi padre, de piel de vaca que él mismo curtía.En cuanto a la alimentación, poco hay que contar. No había mucha variedad, y el pote que se ponía era lo se comía, pues no había más. El que tenía torta y leche no pasaba hambre. Esta podía elaborarse de varias formas, bien amasada y cocinada en la chapa en el mismo momento ,o amasarla la noche anterior y hacerla a la chapa colcando la masa entre hojas de castañar, el resultado de esto recibía el nombre de deldada. Tambien con la masa del tormo, masa de trigo, se elaboraba la borona, la cual también era forrada con hojas de castañar, introducida dentro de una lata y puesta a cocer en las brasa . A la borona se la podía rellenar con chorizo, panceta y costillas, y entonces recibía el nombre de boroncho preñao, un manjar muy preciado ya que era dado como premio a aquel que despues de parida una oveja encontrará primero una cordera.
Como anécdota contar que en una ocasión, iba yo a llevarle el boroncho preñado , a mi hermano al monte el cual estaba cuidando el rebaño , y como en el monte no había buen camino, me caí , se me cayo la cesta , y ahí va, el boroncho, era redondo, y arranco rodando por ese monte para abajo, que no había quien le diera alcance. Cuando por fin par, y pude llegar él( que por suerte no se había partido),lo limpie un poco, con hiervas y todo lo metí en la cesta, y no le hice ningún comentario a mi hermano.Otro alimento completo eran las castañas que comíamos afanosamente con leche, se cocinaban en el pote o en el horno, encima la chapa, en tambor, o magostadas, eso ya según el gusto de cada cual, aunque de cualquier forma sabían bien. También estaban las llamadas Mayucas (la castaña cuando se deseca) que se curaban en la cunia ahumandolas con humo de la leña, esas se cocinaban en una olla, como si fuera un pote de fabes, y como grasa se le echaba nuez machacada, esas duraban, todo el año.